Amor y Celos según el Psicoanálisis: Un Juego entre Deseo, Falta y Fantasía
El amor y los celos son dos afectos profundamente humanos, que suelen entrelazarse en experiencias cotidianas, desde las más ligeras inseguridades hasta tormentosas pasiones. En el psicoanálisis, ambos se analizan como fenómenos complejos, relacionados con el deseo, la falta estructural del sujeto y la presencia del Otro. Tanto Freud como Lacan aportaron herramientas para entender cómo estas emociones se inscriben en nuestra subjetividad. Veamos cómo se abordan estas cuestiones desde sus perspectivas.
El Amor: El deseo de lo que falta
Desde Freud, el amor implica una paradoja: amamos porque carecemos, porque buscamos en el otro algo que creemos que nos completará. Esta concepción se articula en torno a la idea de la falta: el sujeto nunca es un todo cerrado y siempre está en busca de algo más. El deseo surge como resultado de esta carencia estructural, y el amor se convierte en una forma de gestionar esa falta, buscando en el otro un reflejo de lo que creemos necesitar para ser plenos.
Jacques Lacan retoma esta idea, pero va más allá. Según él, amar es dar lo que no se tiene. Es decir, en el acto de amor se pone en juego el reconocimiento de nuestra propia incompletud: amamos a otro no porque nos completen realmente, sino porque simbolizan algo que nos falta, una imagen que sostiene nuestro deseo.
El amor también implica al Otro, esa figura simbólica que representa las normas, el lenguaje y los deseos de los demás. En el amor, buscamos que el Otro nos reconozca, deseamos ocupar un lugar especial en su mirada. En este sentido, amar es también ofrecerse como un objeto para el deseo del otro, asumiendo una vulnerabilidad.
Los Celos: La Fantasía de Perder el Lugar del Deseo
Los celos son una emoción íntimamente ligada al amor. En términos psicoanalíticos, los celos surgen cuando el sujeto siente amenazada su posición dentro del campo del deseo del Otro. No se trata simplemente de la sospecha de una infidelidad concreta, sino de una angustia más profunda: la posibilidad de no ser el objeto privilegiado del deseo del otro.
Sigmund Freud plantea que los celos son una emoción estructural, es decir, que están presentes en toda relación amorosa en mayor o menor medida. En su origen, los celos se relacionan con la rivalidad edípica, esa fase en la que el niño compite inconscientemente con uno de sus padres por el afecto del otro. De adultos, esta lógica de rivalidad se reactiva en las relaciones de pareja, donde aparece la fantasía de que hay un tercero que ocupa nuestro lugar.
Lacan profundiza en esta noción: los celos no solo se refieren a la presencia real de un rival, sino a la fantasía que sostiene el deseo. “El deseo es el deseo del Otro”, afirma Lacan. Esto significa que lo que deseamos está siempre mediado por lo que creemos que el otro desea. En los celos, nos confrontamos con la posibilidad de que el deseo del otro no nos pertenezca completamente y que siempre haya un lugar donde no somos suficientes. Este momento puede ser angustiante, ya que rompe la ilusión de ser el único objeto deseado.
Falta de amor propio
Por lo general se cree que los celos y el amor van necesariamente de la mano, que si se ama se cela. En realidad los celos no hablan del amor que yo tengo por el otro, sino que hablan más bien de la falta de amor que tengo por mi mismo. Se trata de una muy baja autoestima.
Hay un temor del celoso/a de que otra persona posea lo que cree que es únicamente suyo, su objeto de amor. Esto se debe a la falta de amor teme que otras personas le roben lo que él tiene propio que genera inseguridades y poco valor en uno mismo, por lo que los otros son mejores que él/ ella.
La persona que es celosa, no importa donde vaya, siente que corre riesgos; Si no es alguna persona actual, son los ex el problema. Se inventa un mundo en el cual supone un peligro, y si la pareja no le da motivo, se lo inventa. “¿Te parece más lindo él/ella que lo miras tanto?” “Cuando estás con él/ella sos más divertido/a y cuando estás conmigo no.”
El celoso/a es alguien amenazado/a todo el tiempo, porque no cree tener aquello para mantener a la persona amada, se siente con poca confianza como para resultar atractivo, valorado y reconocido.
Sucede que las personas celosas buscan tener certeza de que el Otro lo ama, pero lamentablemente si hay algo que no existe en el amor, es la certeza de ser para siempre el único y predilecto objeto amoroso de la otra persona,
El enamorado/a es una persona permanentemente en riesgo, porque existe la posibilidad de que nuestro objeto de amor se encuentre con alguien que le guste, que desee. Como dijo Rolón “uno no puede vivir todo el tiempo atemorizado como el celoso, porque la vida se transforma en un infierno”.
¿Qué tiene que hacer una persona que sale con un celoso/a?
No darle ninguno de los gustos, no responder a su demanda, porque ceder pensando que de este modo lo va a calmar es en vano, incluso lo que genera es totalmente lo contrario, porque su conflicto no es con la otra persona sino con uno mismo. con su falta de inseguridad.
La mejor manera de ayudar a un celoso es no darle ningún gusto. ¿Te vas a comer con tus amigos? SI.
Hay que tratar de no construir este tipo de relaciones, porque se termina siendo una pareja enfermiza que hace sufrir a los dos.
¿Cómo Entender estas Emociones en la Vida Cotidiana?
Amor y celos no deben verse como defectos o fallas, sino como expresiones inevitables de nuestra subjetividad. Según el psicoanálisis, el ser humano está condenado a vivir en la tensión entre lo que desea, lo que teme perder y lo que nunca podrá alcanzar del todo. Entender esta dinámica nos permite vivir estas emociones de forma más consciente y reflexiva.
En una relación amorosa, los celos nos muestran que el otro no nos pertenece y que siempre habrá un grado de incertidumbre en toda relación humana. Por otro lado, el amor implica la aceptación de la propia vulnerabilidad y la apertura al deseo del otro, sin la exigencia de serlo todo para él o ella.