El “No” y el Deseo del Otro
Desde pequeños, buscamos la mirada, el amor y la validación de los otros significativos (padres, amigos, parejas). En este contexto, decir “no” puede ser vivido como una amenaza a ese vínculo. Si rechazo lo que el Otro me pide, ¿seguiré siendo amado? ¿Perderé el lugar que ocupo en su deseo?
La renuncia a decir “no” refleja, entonces, la dificultad de sostenerse como un sujeto independiente, que se atreve a confrontar los deseos del Otro sin miedo a perder su amor o aprobación.
Culpa y Superyó: El Peso de las Exigencias Internas
Sigmund Freud señala que el superyó —la instancia psíquica que interioriza las normas y exigencias sociales— puede generar sentimientos de culpa cuando nos negamos a cumplir con lo que se espera de nosotros. Esta culpa es a menudo inconsciente: el sujeto siente que al decir “no”, se vuelve egoísta o transgresor, incluso si el pedido del Otro va en contra de sus propios deseos.
Este conflicto interno entre lo que se desea y lo que se espera crea una tensión que paraliza. Muchas veces, el camino más sencillo es ceder al pedido del Otro para evitar la angustia que provoca la culpa. Sin embargo, este patrón termina erosionando el deseo propio, generando malestar y resentimiento.
La Falta de Límites y la Dependencia Emocional
La incapacidad de decir “no” está también relacionada con la dependencia emocional. Cuando el sujeto depende en exceso del reconocimiento del Otro para sostener su autoestima, poner límites se vuelve una amenaza insoportable. El miedo a ser rechazado o abandonado impide que pueda establecer fronteras claras. Muchas veces se dice que “sí” por el mero hecho de ser aceptado por el otro, de ser querido, de pertenecer; Es porque lo que se juega ahí es querer ser deseado por el otro, ser un objeto amable, es decir con capacidad de ser amado. Si nosotros decimos que no, entonces se cree que seremos un poco menos queridos por el otro, por no aceptar y desear lo mismo que la otra persona desea
Desde esta perspectiva, el “no” se convierte en un acto de autonomía: es una forma de decir “no quiero” o “no puedo” sin que esto implique perder el valor ante los ojos del Otro. Sin embargo, para alguien atrapado en la dependencia emocional, esta afirmación puede sentirse como una ruptura irreparable del vínculo.
El “No” como Afirmación del Deseo Propio
Lacan sostiene que la salud psíquica implica poder sostener el propio deseo incluso en conflicto con el deseo del Otro. Decir “no” no es un rechazo absoluto del Otro, sino una afirmación de los propios límites y una forma de respetar el propio deseo. Este acto implica reconocer que no podemos satisfacer siempre a los demás sin traicionarnos a nosotros mismos.
Aprender a decir “no” desde el psicoanálisis no es solo una cuestión de habilidades sociales, sino una posición subjetiva: implica asumir que la falta, el conflicto y la incompletud son inevitables en las relaciones humanas. Decir “no” es una manera de aceptar que no podemos ser todo para el Otro, y eso está bien.